Es tan cierto que la Ciudad de la Justicia lleva demasiados años de retraso como que no se va a construir a corto plazo. Cualquier debate sobre este equipamiento debe partir de estas premisas. Pero esto no quiere decir que durante estos años se deba dejar guardado el proyecto en un cajón. Hay margen al menos para dejar los deberes hechos, que todo quede listo y preparado para que cuando las circunstancias económicas cambien pueda volver a ser una inversión prioritaria.
Por eso, el debate sobre la ubicación de la Ciudad de la Justicia no debe convertirse en una cuestión baladí o plantearse como un debate baladí que conduce a otro callejón sin salida. Las opciones que hay encima de la mesa deben analizarse con una cierta seriedad, con el margen que da saber que se puede trabajar con paciencia y tiempo con la mirada puesta en el medio plazo.
En ese marco, al analizar las dos propuestas que hay encima de la mesa, al observar las debilidades y fortalezas de cada una de ellas se puede al menos trazar un diagnóstico que conduce a la conclusión de que será mucho más costoso, enrevesado y complejo empezar de cero en el Prado que aprovechar el camino ya recorrido y avanzado (institucional y judicialmente) en Los Gordales. Y a las pruebas me remito.
El PGOU de 2006 y el Plan Parcial del sector de Los Gordales prevén el desarrollo urbanístico de este suelo para equipamientos, entre ellos la Ciudad de la Justicia y edificios de uso educativo. Junto a ellos una reserva para usos terciarios con la que el Gobierno central es compensado por la cesión gratuita de los suelos. Todo este planeamiento viene ya avalado por dos sentencias del Supremo que han desmontando los recursos presentados por el Gobierno central contra el PGOU y el Plan Parcial por los metros cuadrados de aprovechamientos de uso terciario y por la propiedad de los terrenos.
Además, por un acuerdo de Junta de gobierno del Ayuntamiento de Sevilla de abril de 2011 la Junta es propietaria ya de 6.918 metros cuadrados de suelo en Los Gordales para iniciar una primera fase, de forma que ya sólo queda la reparcelación para que se pueda desarrollar urbanísticamente el terreno, y que el Gobierno central debería asumir sin más recursos dado que al perder las opciones judiciales de cambiar el planeamiento entrar en una disputa sobre la propiedad de los terrenos carecería de sentido.
Ahora vamos a la segunda opción: el Prado de San Sebastián. Toda esta propuesta de desarrollo urbanístico del Prado ha estado desde el principio marcada por una gran indefinición y una importante contradicción. Se planteó como una solución a corto plazo para sortear las trabas legales de Los Gordales, sin embargo definirla urbanística y económicamente y ponerla en marcha requirió desde el primer momento mucho más tiempo del necesario para desbloquear los terrenos de Los Gordales.
El primer interrogante que se planteaba en esta operación es por dónde empezar. El proyecto del Prado planteaba opciones como el aprovechamiento del Quirúrgico o el derribo de los Jugados de Instrucción y Penal para hacer otro más amplio, todas dentro de un ambicioso plan que se podría realizar por fases. Bien, ¿cuál es la primera y más asequible? El alcalde de Sevilla trató de responderlo hace unos meses: la construcción de un equipamiento en los terrenos ubicados frente a la estación de autobuses.
Una respuesta que refleja los problemas que tiene este proyecto. Se trata de una parcela de 5.123 metros cuadrados que no es propiedad municipal, sino que fue traspasada a Tussam en 2008 en el marco de una ampliación de capital para salvar a la empresa. Para ello, se modificó la calificación urbanística de la parcela, de forma que se incrementó el margen de explotación para usos terciarios del solar. Con esta operación, se incrementó el valor del terreno, cuantificado en 40.742.304 euros. En estos momentos, las cuentas de Tussam se sostienen en buena parte por este terreno que tiene una valoración actual según los balances de cuentas de la sociedad de transportes de 34,5 millones de euros.
Es decir que para empezar el proyecto por ahí, en primer lugar, hay que resolver un problema económico de 35 millones de euros, que habría que sumar a los costes de construcción del equipamiento. Y no sólo eso, supuestamente la principal vía de financiación de esta idea era un gran parking bajo el Prado, justo a unos metros de dónde ya se ha sacado a licitación un gran aparcamiento rotatorio. Evidentemente, eso descuadra las cuentas. No es lo mismo explotar el único aparcamiento de la zona que el segundo.
Por último, hay que tener en cuenta que el PGOU y el Plan Parcial del Prado no contemplan en ningún caso la construcción de un nuevo equipamiento judicial en el Prado, lo que podría tener problemas urbanísticos que habría que resolver con carácter previo, agravados por el hecho de que ya se revisara hace cinco años la calificación urbanística de este solar para hacerlo más rentable para Tussam. Trabas que serían además mucho más complejas en el momento en el que se entrara a analizar el futuro del resto de solares y espacios que se pretenden aprovechar para este proyecto.